jueves, 21 de enero de 2010

OBRA DE ARTE

OBRA DE ARTe

Uno de los aspectos más propiamente filosóficos en el entorno de las artes es el referido a la obra de arte; este objeto que garantiza la posibilidad misma de las artes y cuya existencia documental es anterior a la del artista, ya que hay obras de arte anónima, colectiva e incluso espontáneas, pero no puede haber artista sin obra.
Las obras, los objetos físicos, son lugar de encuentro y de acuerdo primero y originario. El artista viene después. Podría decirse que la historia de la cultura occidental es la historia de la progresiva separación entre las cosas, los productos de la técnica y las obras de arte. Las vanguardias marcarían el momento de máxima separación y podríamos empezar a hablar de acabamiento de la diferencia.

Azúa nos pone el ejemplo de un bajorrelieve asirio el cual es un producto de culto religioso, con mucho trabajo seguramente pero que no ofrece utilidades inmediatas sino únicamente simbólicas. Entonces las utilidades relacionadas con la religión o el estatuto de la nobleza son de orden simbólico, como las relacionadas con la inmortalidad o la gloria, y son pertinentes en el campo de lo estético. En cualquier caso la obra de arte o ciertas producciones artísticas son las originarias del invento de las artes como actividad diferenciada y son previos a la aparición del sujeto que las acredita en la modernidad. Hay arte porque reconocemos la existencia de tal cosa como obras de arte.

Pero la etapa moderna de las artes ha consistido en un trabajo negativo y sistemático contra los constituyentes clásicos de las artes. De la etapa terminal del arte moderno no son obras de arte, sin por ello dejar de ser arte. Pero entonces ¿qué es una obra de arte? sólo puede responderse desde la filosofía: antes era arte todo aquello que el príncipe, el obispo o la clientela popular aceptaba como símbolo y se acabó. En la actualidad es arte únicamente aquello que los media (el mundo del arte que es servidor de los media) deciden que es arte.

Si pudiéramos responder a esta pregunta se habría acabado la producción artística, ya que consiste en añadir cada día una modificación a la definición de obra de arte del día anterior. No podemos definir a priori la obra de arte ni sus condiciones de posibilidad sin matar la existencia misma de la obra de arte moderna. Una de estas definiciones que se han asumido a priori, que es valiosa pero inútil es un párrafo de R. Rochlitz para el que para que haya obra de arte es preciso que se dé una coherencia de visión caracterizante de un conjunto de símbolos al mismo tiempo personales e impersonales, dotados de una fuerza expresiva que los distinga de los símbolos denotativos y dando testimonio de una habilidad no contingente.

Pero con esto nos surge otra pregunta: ¿quién decide lo que es una obra de arte? La obra de arte nos aparece ante nosotros por sorpresa, nos cautiva intelectualmente a través de los sentidos y le damos el estatuto artístico pero si bien todos podemos llevar a cabo esta operación, es muy distinto decidir quién es el sujeto de esa experiencia estética y quién posee el poder de determinarla como arte. No puedo ser yo ya que nosotros podemos gozar o padecer esa experiencia estética, pero carecemos de poder para convertir en arte nuestras experiencias estéticas. ¿Y si somos el director del Museo del Prado o y si somos todas las instituciones relacionadas con el arte? Entonces sí, si somos todos los museos, todas las galerías, críticos, especialistas, profesores,… entonces si tendríamos el poder de determinar lo que es la obra de arte para una sociedad y en un momento histórico, porque entonces somos los media. Entonces quizás debamos pensar que es el tiempo, la historia, quienes determinan lo que es una obra de arte. Pero el tiempo y la historia están construidos con información y documentos, los cuales se encuentran en los archivos de los media y no nos puede dar, de ninguna manera, una seguridad sobre lo que ha sido y puede ser una obra de arte, sino tan sólo sobre la actualidad o las actualidades de la obra de arte. En la Historia leemos las aventuras por las que tal o cual objeto pasó a ser artístico. Pero ni la causalidad ni la casualidad lo garantizan.

¿Y si soy un artista? Todo lo que yo determine como arte será en verdad una obra de arte pero… ¿y quién decide que yo soy un artista? ¿Los media especializados en el mundo del arte? En ausencia de un criterio mejor, consideramos obra de arte la aparición de cualquier conjunto de elementos capaz de producir experiencias estéticas en uno, varios o todos los sujetos, independientemente de las intenciones de su productor, el artista. Pero esa operación queda encerrada en la oscuridad del sujeto, a menos de que sea adoptada por los media y convertida en espectáculo público. La obra de arte, se presenta a sí misma ante el sujeto y se mantiene como tal obra de arte mientras dura su relación con el sujeto. Sólo en la relación hay obra de arte y sujeto de experiencia estética. Pero nunca nos enteraremos como no sea a través del espectáculo mediático. Fuera de esta relación que se establece en la experiencia estética, no hay obra de arte, aunque puede haber documento histórico, síntoma sociológico, valor mercantil o símbolo nacional. Pero no es una obra de arte, sino documento, un síntoma o un negocio.

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