domingo, 22 de noviembre de 2009

CARICATURA

CARICATURA: Caricatura es un retrato que exagera o distorsiona la apariencia física de una persona o varias, en ocasiones un estrato de la sociedad reconocible, para crear un parecido fácilmente identificable y, generalmente, humorístico. También puede tratarse de alegorías. Su técnica usual se basa en recoger los rasgos más marcados de una persona (labios, cejas, etc.) y exagerarlos para causar comicidad o para representar un defecto moral a través de la deformación de los rasgos.
Un rasgo eminente de los productos artísticos del siglo XX es su extendido carácter caricaturesco, lo mejor de este siglo es caricaturesco. La esencia de la caricatura participa de la esencia del arte del siglo XX. Las representaciones realistas y figurativas no deformadas por la criatura, independientemente de su calidad técnica, nos dan la sensación de no corresponder a estos tiempos. El primero en observar la importancia que iba a adquirir la caricatura fue Baudelaire. Escribió una serie de artículos en los que distinguía lo grotesco y lo cómico significativo. El primero es el modelo clásico de deformación y exageración moralizante que se encuentra en todas las culturas. Pero la caricatura es un fenómeno de la era moderna y la que sólo se puede producir allí donde una amplia clientela es capaz de comprender, ya no sólo las deformaciones o exageraciones del modelo, sino la negación, la crítica inmediata y sin matices.
A la difusión espectacular de la caricatura moderna ha contribuido no poco el hecho comprobado por la psicología de que es más fácil reconocer la caricatura de una mano que la fotografía de una mano caricaturizada, fenómeno muy significativo que debiera llevarnos a reflexionar sobre lo que llamamos como “realismo” Azua nos propone una serie de anécdotas en las que los demandantes de las obras no estaban muy contentos con el resultado:

- tras el disgusto de la familia Medicis tras ver unos retratos que les hizo Miguel Ángel, éste le respondió que dentro de mil años a nadie le iba a importar el aspecto que tenían ahora.

- otro caso parecido en el que Libermann contestó: “Su retrato se asemeja mucho más de todo cuanto usted pueda llegar a asemejarse a sí mismo”

- Picasso respondía así: “No te pongas así, ahora no te pareces, pero ya te parecerás”


El progresivo triunfo de la caricatura es el triunfo progresivo de una nueva semejanza cuya verdad no está ni en la Idea, ni en el sujeto representante, ni en el objeto representado. Está tan sólo en la propia y autónoma pintura. La caricatura siempre es más interesante que el caricaturizado. Así que el modelo debe hacer lo posible por asemejarse a su caricatura, así que el modelo debe hacer lo posible por asemejarse a su caricatura.

La caricatura puede ser también el medio de ridiculizar situaciones e instituciones políticas, sociales o religiosas, y los actos de grupos o clases sociales. Aunque la caricatura, en su versión moderna, es sobre todo una herramienta de propaganda política, en muy pocos años penetró dentro del terreno del arte. Puede parecer extraño, a primera vista, la concepción de la caricatura como arte, no obstante, la caricatura es un tema más interesante de lo que a primera vista pueda parecer. Ya Azorín escribía en 1913 a propósito del humorismo: “El capítulo del divertimento espiritual es sumamente importante en la historia del desenvolvimiento humano; haciendo la historia de la ironía y del humor, tendríamos hecha la sensibilidad humana y consiguientemente la del progreso, la de la civilización. La marcha de un pueblo está en la marcha de sus humoristas”


Baudelaire por su parte opinaba: “Sin duda alguna, una historia general de la caricatura en sus relaciones con todos los hechos políticos y religiosos, graves o frívolos, relativos al espíritu nacional o a la moda, y que han agitado a la humanidad, resultaría una obra gloriosa e importante”. Destaca Baudelaire la sorpresa de que ese arte caricatural produzca risa o diversión cuando debiera producir miedo o compasión. Deduce que es debido a que la caricatura, como lo cómico en general, nace de una balanceada dialéctica ente nuestra necesidad de sentirnos superiores y nuestra conciencia de ser inferiores.

Por su parte Gombrich ponía de manifiesto la trascendencia de la labor del dibujante cómico: “El dibujante por desdeñable que sea su calidad artística, tiene más probabilidades de impresionar en una campaña de odio que el orador de masas y el periodista.”. Su interés radica, no ya sólo en la calidad de las obras sino en la enorme cantidad de información que estas humildes obras pueden proporcionarnos pudiendo asistir y revivir todos los acontecimientos, desde los más triviales a los más importantes y además podemos hacernos una idea perfectamente clara de la forma de pensar de aquellos individuos en aquellos momentos. Por todo ello el humor gráfico nos proporcionaba información en tres aspectos importantísimos: el cultural, el estilístico y el sociopolítico.

Pese a la importancia del tema, somos conscientes que treinta años atrás no se hubiese aceptado ni el título ni tema como objetivo de un artículo científico por el mundo académico, y que incluso hoy, superado ya el escándalo, no faltarán quienes se pregunten ¿Es Arte el humor gráfico? Hace años se negaba porque sólo se admitían las llamadas Artes mayores, Arquitectura, Escultura y Pintura, así, por orden de tamaño y peso, y las relegadas a segundo plano como artes menores, industriales aplicadas o decorativas (nunca se pusieron de acuerdo en los adjetivos todos impropios), como cerámica, esmalte, orfebrería, etc. Por fortuna esto ya está superado y el Arte es hoy mucho más y acoge aspectos que antaño se excluyeron como pobres y hasta vergonzantes. En aquellas culturas en las que aún subsiste un ámbito de autoridad indiscutible, la caricatura y lo cómico no tienen espacio para significar. Sin embargo, cuanto más reducido es el ámbito del respeto, mayor es el espacio que se abre a la caricatura.

Nuestro tiempo no considera que quede ámbito alguno de respeto porque vivimos en el convencimiento de que todo sin excepción cae bajo nuestra fuerza de transformación y nuestra voluntad de poder. Aun cuando siga cayendo fuera de nuestro control lo mismo de siempre no podemos ya admitir tan sencilla verdad. Esa necesidad de la convicción de omnipotencia nos obliga a un sentimiento tal de superioridad que no deja lugar para ningún respeto. Por lo tanto, toda representación ha de ser caricatural, si es verdadera. Y sólo se puede huir de ella por la vía formal, abstracta, geométrica o serial, no representacional. La caricatura es el modo dominante de la expresión artística del siglo XX porque es el más adecuado para exponer la patética pretensión de omnipotencia que exhibe uno de los animales más desvalidos del cosmos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario