viernes, 20 de noviembre de 2009

LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE

La Deshumanización del Arte,

Se trata de un ensayo publicado en 1925 en el cual Ortega desmenuza los puntos clave del arte nuevo y su deshumanización. Ortega viene a decir que el arte nuevo es un arte impopular, cosa perfectamente normal. Todos los nuevos movimientos artísticos han sido inicialmente impopulares. Sin embargo, en el caso del arte nuevo, es casi anti-popular. Eso es así, precisamente por la deshumanización. Éste reta al público, a la masa a pensar, a entender aunque pone en duda que el arte pueda ser comprendido por todo el mundo puesto que para él hay dos tipos de personas: los que no entienden y los que entienden, los que poseen un órgano de comprensión negado o vulgares y los que puedan captar la verdadera esencia del arte; es decir, el arte nuevo va dirigido a una minoría especialmente dotada, lo que provoca el descontento en la masa que al no comprenderlo no lo acepta. Para él las masas carecen de entendimiento, buscan un arte en el que puedan participar y con el que se sientan identificados y no se preocupan por comprender lo nuevo por eso lo que nos recomienda es hacer lo inverso: extraer del arte joven su principio esencial para ver en qué sentido es impopular: para la mayoría de la gente el sentido estético no es una actitud espiritual diversa sino sólo la distingue por lo meramente visual y por sus cualidades adjetivas, sólo tratan de que se reconozcan figuras y pasiones humanas, una obra que no le invite a esta intervención les deja sin papel.

Aunque sea imposible un arte puro, Ortega y Gasset nos muestra que sí que se da esta tendencia a la purificación del arte mediante una eliminación progresiva de los elementos humanos o demasiado humanos y por el que tendremos objetos que sólo puede ser percibidos por quien tenga ese don peculiar de la sensibilidad artística, un arte para artistas y no para la masa de los hombres, un arte artístico. Siempre dejando claro que seguir a las masas es cosa de burros, no siempre lo que dice la mayoría es lo correcto.

Los nuevos artistas rechazan el arte del siglo anterior e intentan “crear” arte nuevo al que podemos rechazar o intentar comprender. El placer estético que busca el artista nuevo deriva de su triunfo sobre lo humano. Si se analiza este nuevo estilo se observa claramente que: va en contra de la realidad, tiende a la deshumanización, evita las formas vivas, hace que la obra de arte no sea sino obra de arte, considera el arte un juego y nada más, conciben el arte como una cosa sin trascendencia alguna y utiliza la ironía eludiendo toda falsedad. Esa intrascendencia no es que el artista le interesen poco su obra y oficio, sino que le interesa precisamente porque no tienen importancia grave y en la medidita que carecen de ella tienen mucha más libertad, no trabajan bajo esa presión de hacer algo que pueda repercutir en la historia. El arte era trascendente en un noble sentido, solía consistir en los más graves problemas de la humanidad, y lo era por sí mismo como potencia humana que prestaba justificación y dignidad a la especie, obligado el artista a tratar en su obra materias capaces de grandes repercusiones. Pero
desde que se empieza a notar esta deshumanización y gracias a ella el aire pierde seriedad y las cosas comienzan a aparecer livianamente, libres de toda formalidad. Todos los caracteres del arte nuevo pueden resumirse en haber el arte cambiado su colocación en la jerarquía de las preocupaciones o intereses humanos. Al vaciarse el arte de ese patetismo humano, queda sin trascendencia alguna, como sólo arte sin más pretensión; “El arte por el arte”

Se da el caso que una misma realidad se quiebra en muchas realidades diferentes cuando es mirada desde puntos de vista distintos, pero entonces ¿Cuál es de esas realidades la autentica? Lo único que se puede hacer es clasificar dentro del nuevo estilo estos puntos de vista y elegir cual es el más normal y espontáneo para aproximarnos así a una noción práctica y normativa de la realidad. Lejos de ir el pintor más o menos torpe hacia la realidad, lo que se ve es que se ha ido contra ella, se ha propuesto deformarla, romper su aspecto humano, deshumanizarla. Según el autor el arte que representa la realidad tal y como es no invita a crear, mata a la imaginación y al propio estilo del artista. Éste nos invita a buscar el camino real del arte que proporciona un placer inteligente deformando la realidad. Para el artista la vida es una cosa a y el arte otra y no deben confundirse; por ello una obra no debe basarse en la representación de hechos vividos ni en el contagio de emociones puesto que esto es algo inconsciente y el arte debe ser sobre todo claridad y debe producir placer el simple hecho de contemplarlo. Nos deja claro que no se trata de pintar algo que sea completamente distinto a un hombre o una casa sino pintar un hombre que se parezca lo menos posible a un hombre. Al quitar del arte la representación de la realidad humana le vacía de toda intención pretenciosa puesto que se queda siendo simplemente arte. El placer estético para el artista nuevo emana de ese triunfo sobre lo humano; despegándolo de cualquier preocupación humana no buscan estar en lo alto de la jerarquía de intereses de las personas, por lo que demuestran una gran modestia contrapuesta al sentimiento de soberbia que percibe la masa, que no lo comprende y lo rechaza, demostrando su ignorancia.

Por todas partes se deja entrever esa huida de la persona humana. Los procedimientos que se utilizan para esta deshumanización son muchos, entre ellos está la metáfora que se define en el texto como actividad mental que consiste en suplantar una cosa por otra y que ayuda a evitar la realidad; también es importante el cambio de perspectiva habitual, dando relevancia a cosas que antes no la tenían. A fin de cuentas el arte nuevo se basa en desprender cualquier realidad equívoca y quedarse simple y llanamente con la materia e intención artística.

Interesantes son también sus reflexiones acerca de la objetivación de la obra de arte: vamos del mundo a la mente, dice, y no de la mente al mundo. Eso, efectivamente, es dar plasticidad, crear estética. La idea es el objeto, no el instrumento para llegar al objeto, lo cual es lo “humano”. No caben, pues subjetivaciones a la hora de contemplar una obra de arte. Porque lo que se contempla ha de ser, a la fuerza, algo tan unívoco como la intención del artista. La única manera que éste tiene de no ser derrotado es pintar “su idea” de lo que representará. De esta forma lo que pinte siempre será verdad, se ha renunciado a pintar la realidad, se ha convertido en lo que es en esencia: un cuadro, pura irrealidad. La relación de nuestra mente con las cosas consiste en pensarlas, en formarse ideas de ellas. En rigor, no poseemos de lo real, sino las ideas que de él hayamos logramos formarnos…pero es el caso que entre la idea y la cosa hay siempre una absoluta distancia. Lo real rebosa siempre del concepto que intenta contenerlo. El objeto es siempre más y de otra manera que lo pensado en su idea.

El auge del individualismo produce que los artistas actuales ya no sigan corrientes artísticas definidas, lo que demuestra también el rechazo por la tradición que sigue latente en nuestra sociedad, al igual que los representantes del arte nuevo buscaban romper con las realidades humanas tradicionales anteriores a su época. No se puede negar la influencia que sobre el futuro del arte tiene siempre su pasado. Dentro del artista se produce siempre un choque o reacción entre su sensibilidad original y el arte que ya se ha hecho. Se dan dos casos los que heredan ese arte del pasado y lo intentan perfeccionar y lo que repugnan a los artistas tradicionales. A casi todo el mundo le cuesta advertir la influencia negativa del pasado y notar esa negación de la tradición pero no creo que se deba o que se pueda negar rotundamente esa tradición ya que lo que ya se ha conseguido nos puede servir hoy en día incluso de los errores ya cometidos, creo que simplemente debemos cada cual mirar dentro de nosotros y tener claro que es lo que de nosotros mismos, haciendo un esfuerzo intelectual paralelo a lo que ya conocemos, queremos mostrar al mundo. La novedad desde los primeros movimientos vanguardistas se ha basado en conseguir un arte original que no pudiera ser copia de nada del pasado, aunque es inevitable notar las influencias anteriores, puesto que siempre se crea algo nuevo tomando como base lo que intentamos cambiar y aprendemos de ello. Por tanto el rechazo hacia la tradición es algo que debe ser mínimo ya que, a mi parecer, gracias a ello podemos conseguir ideas que nos llenen más y un arte renovado, derivado de lo que hemos recibido hasta ahora. No creo en la total negación de la tradición, ni tampoco en esa actitud de ir siempre en contra de las masas ya que si siempre vas en contra de la opinión de la masa ya te estás encasillando
siempre en decir lo contrario, sin planteártelo si quiera.

El arte está en constante renovación; el movimiento de cambio que empezó con esta generación no ha llegado a su fin todavía, nuestra sociedad está aún en ese “camino hacia...” no en una etapa concreta. Continúa la lucha entre lo que mueve los sentimientos humanos y lo que mueve la razón lo que nos lleva a diferenciarnos de las épocas anteriores y si nos fijamos bien toda sociedad se caracteriza por el intento de diferenciarse de la precedente.

Se puede deducir de la obra que lo que pretende Ortega es que el hombre cambie su actitud radical ante la vida, para dar paso a las nuevas experiencias, de este modo su forma de interpretar el arte cambiará al igual que su forma de pensar. Se trata de un texto que resume la impresión que produce en el filósofo las ansias de cambios que tenían los artistas nuevos; a pesar de que realmente según Ortega no sacaran nada en claro pero sí que se nota esa esperanza y curiosidad de que tras ellos se hagan cosas muchas más certeras. La idea principal que se repite constantemente durante toda la obra es el rechazo por la realidad humana que empezaron a sentir los jóvenes artistas de su tiempo, sensación que a mi parecer no ha cesado hasta nuestros días; admitiendo la imposibilidad de volver hacia atrás el autor deja libre el camino de hacia donde puede llegar el arte futuro, insinúa que podría tomar otro camino que no sea el de deshumanizar el arte pero sobre todo será un arte que no reitere las vías ya usadas y abusadas, un arte sobre todo libre.

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