sábado, 23 de enero de 2010

VANGUARDIA

VANGUARDIA:

Normalmente “arte de vanguardia” se confunde con “arte contemporáneo”, “arte actual”, “arte moderno” “arte de la modernidad” y sobre todo con el más exacto “arte de las vanguardias”. El autor del diccionario nos los aclara para no caer en la confusión y llega a la conclusión de que en ninguno de los términos entra dentro de la valoración artística ya que éstos se encargan de clasificar según las últimas novedades de la historia del arte y de la filosofía del arte, siguiendo la confusión exigible de historiadores y filósofos. Así pues ninguno de los términos que a continuación se definen tiene sentido fuera de las discusiones universitarias y académicas, puramente clasificatorias. Valorar una obra de arte con éstos términos es valorarla con mala fe y seguramente dicha valoración tendría un trasfondo político o personal o se ha dado por ignorancia lo que todavía es peor. Azúa nos lo aclara:

Arte contemporáneo: es aquel producto de las artes que es coetáneo de cualquier otro producto de las artes. Es lo que coincide en el tiempo. No hay obras de arte más o menos contemporáneas, lo son o no. Hasta el siglo XIX todas las sociedades occidentales vivieron exclusivamente de música contemporánea, ni se pensaba que pudiese ser posible que una música del pasado pudiera interesar en el presente. Por otra parte, también se deduce que calificar a algo contemporáneo no añade ningún valor ni informa sobre nada. Aunque desde hace unos años los historiadores han empezado a llamar “arte contemporáneo” al arte que se produce entre 1960-90 aproximadamente, las postvanguardias o neovanguardias (minimal, Land Art, body Art, conceptual,…).


Arte actual: es más informativo pues hace referencia a la actualidad o inactualidad de las obras contemporáneas, aunque su cuantificación sea difícil en efecto hay producciones más actuales que otras. Los encargados de determinar la actualidad de una obra son los críticos, periodistas, directores de museos, los ministros de cultura y el cuerpo de funcionarios adscrito a las direcciones de Bellas Artes. Lo actual es lo estadísticamente abundante en cada estrato del espectáculo artístico y en los media. Hoy por hoy es arte actual una instalación o performance, pero no lo es un retablo al óleo de tema religioso, porque lo primero forma parte de las actualidades y el otro no. Ello no impide claro que el retablo sea una pieza genial y la instalación una majadería pero aquí no se habla de valor artístico, sino de actualidad. La actualidad no es un valor artístico sino estadístico y sociológico. La actualidad no nos dice nada sobre la artisticidad de un producto, sólo sobre su frecuencia de aparición en los media.

Arte moderno: este término algo más rico, ya que buena parte de su contenido viene de la Historia. Es el arte que se da en la era moderna, distinto del arte antiguo, clásico, romántico, gótico, renacentista, barroco, neo-clásico y romántico. No se sabe bien cuando comienza esta era moderna, en el romanticismo hay rasgos incontrovertiblemente modernos (su carácter de movimiento internacional y su origen político-moral como reacción frente al terror revolucionario ya la Dictadura napoleónica) pero tiene rasgos arcaizantes (respeto por la retórica clásica, la imitación de la Naturaleza o la creencia en la humanidad y el papel redentor de las artes) que lo hacen incompletamente moderno. Según Azúa no puede hablarse de tiempos modernos antes de las primeras manifestaciones asumidas y conscientes de nihilismo, que es la ideología propia de la era moderna.

Baudelaire fue quien inventó el término modernidad, aplicado a aquello que en cada instante señala hacia un futuro que se cumplirá o no se cumplirá. Como espléndido crítico y periodista moderno intuyó que la formación del vacío como del instante presente en tanto que momento de la nada jadeante era tarea de los críticos y de los periodistas. Para Baudelaire, el artista de la modernidad era alguien que daba forma al instante fugaz. El artista de la modernidad da forma a lo efímero, y deja un sello formal en la temporalidad, el contenido de esa forma, es la forma misma pues es ella la que data históricamente el instante.

Si se compara el pensamiento de Baudelaire con cualquier otro pensador de su época o anterior se comprueba que antes los artistas eran los testigos de la eternidad como de lo perdurable y de lo que no cambia nunca.
Baudelaire eligió como máximo ejemplo de artista de la vida moderna al mediocre Constantine Guys y menospreció a Eduard Manet, como al verdadero artista de la vida moderna; demostrando con ello que los críticos y periodistas son los encargados de definir la actualidad correctamente y de determinar la modernidad erróneamente; una demostración más de que la actualidad de lo moderno, incluso la modernidad de lo actual la define los críticos y los periodistas en cada momento, pero lo moderno en sí ( lo propio del arte en cada momento) no lo define nadie. Se define por sí solo y siempre demasiado tarde, sólo hay modernidad en el pasado.



Arte de la modernidad: Es fácil confundir el arte moderno con el arte de la modernidad. El arte moderno es un problema de clasificación, enteramente ajeno a toda valoración artística pero el arte de la modernidad si que implica una valoración. La modernidad de algo no es un elemento determinable por la historia, sino por la teoría y la filosofía. Nadie puede saber en qué consiste la modernidad del momento presente, porque para saberlo tiene que haber desaparecido el momento presente y entonces ya se habrá presentado una nueva modernidad. Sólo podemos determinar la modernidad en el pasado. En el presente se atropellan los candidatos a la modernidad. Ya no sabemos que extravagante decisión va a tomar la clientela, los periodistas, los críticos, los filósofos, la tecnología, los artistas y el tiempo, sólo podemos realizar hipótesis de lo que podría ser modernidad. Por lo tanto los citados anteriormente son los encargados de determinar la modernidad, los cuales sólo ganan dinero en el mercado del arte si todo lo que compran es modernidad, sólo lo que lleva en sí la modernidad tiene valor. Por lo tanto la modernidad es un valor y no un valor artístico.

Vanguardia: para explicar este último término, Azúa realiza una rigurosa separación entre el arte de las vanguardias y el arte de vanguardia:

Arte de las vanguardias: aquellos productos que se dieron durante la era de los movimientos artísticos como el cubismo, futurismo, constructivismo, surrealismo, dadaísmo, ultraísmo y otros muchos en las cuales la producción aparecía como demostración de una teoría.

Arte de vanguardia: de este término todavía no se ha escrito por lo que el autor nos da su más humilde opinión:

Hasta poco después de la Segunda Guerra Mundial y una vez extinguidas las vanguardias sólo se había hablado de movimientos de vanguardia siempre como algo plural e incluso contradictorio. Pero gracias al inmenso flujo y la tremenda concentración que de dio en las diferentes corrientes marxistas europeas de la posguerra, dejó de hablarse de “las vanguardias” y apareció “La Vanguardia”. Un artista ya no era de esta o aquella vanguardia sino o bien era de Vanguardia o Reaccionario. Ahora sin ofrecer resistencia, los artistas se vieron condenados a ser “de vanguardia” sin que nadie le explicara en qué consistía. Se dio un gran desconcierto; la disparatada situación se resolvía con panfletos, el artista que firmaba panfletos era de vanguardia y el que no, no era e fiar.

Ahora bien por los mismo años 60 y 70 se dieron las neovanguardias o posvanguardias (arte conceptual, Land Art, minimal, body Art y muchos otros con la partícula “neo” delante de cualquier prestigioso movimiento del pasado, aceptaban la hipótesis de la muerte del arte en su versión hegeliana y proponían una producción artística dedicada a la reflexión sobre arte y no a su disfrute. La destrucción ha sido tanta que se ve difícil explicar el contenido del concepto y la actividad del “Arte” en la actualidad. Es como si intuyéramos que algo está sucediendo en el “Arte” pero que aún no podemos nombrarlo.

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