sábado, 23 de enero de 2010

WINCKELMAN

WINCKELMAN:

En éste diccionario se habla mucho de arte, y a veces también de Historia del Arte, por lo que Azúa en este capitulo nos presenta el primer historiador de arte, Jonathan Winckelman, no es que antes de éste jamás se hubiese escrito algo de historia, desde la antigüedad se han ido escribiendo cientos de inscripciones e historias sobre artistas, pero hasta Winckelmann nadie había presentado una historia sistemática capaz de incluir la historia de arte de una época. Estamos tan empapados de historicidad que se nos hace difícil imaginar cómo eran aquellas épocas sin historia. La palabra griega historia quiere decir algo así como investigación para alcanzar cierto conocimiento. Los occidentales narramos historias con el fin de aumentar nuestro saber positivo, por lo tanto las historias habrían de ser acumulativas y pedagógicas: una historia de datos orientadas moralmente a un fin, tenían sobre todo un carácter político y de educación del ciudadano. Pero a nadie se le podía ocurrir que también las obras de arte convirtieran en una posible lección moral o política. Se suponía que la obra de arte era atemporal, eterna, y aunque lo producían los artistas su causa eficiente era, o bien el potentado que la financiaba o bien la divinidad directamente por la vía de la inspiración, locura, arrebato, furor…etc. En ambos casos nadie veía nada histórico en las obras, como no fuera la vida del potentado del artista.

Pero Wickleman descubrió algo sorprendente: si se elimina la figura del artista y del dios inspirador entonces lo llamamos estilo, las obras dejan de ser individuales y dejan de existir separadas las unas de las otras. Y hay historia científica porque no habla de tal o cual obra, sino que habla de todas las obras y todos los artistas de la antigüedad, sin necesidad de citarlos uno a uno. Habla de las leyes que dan sentido racional a la historia del arte.

Winckelman construye una Historia del Arte en la que ninguna pieza es independiente de las demás, ni tienen leyes propias: sólo en conjunto posee sentido. A partir de ahora las leyes de la obra de arte ya no las decide ni el artista, ni el dios, las decide la Época, y por lo tanto la obra maestra no es magistral por sí misma, si no en representación de una época, de una sociedad.

Pero entonces nos surge una pregunta, ¿quién o qué determina unas leyes de cada época?. Pero ésta teoría presenta un problema: destruye la obra de arte.
Winckelman amaba con tal pasión las obras del arte de la antigüedad y era tal su desesperación ante la imposibilidad de que regresara a la presencia viviente entre los humanos, que no tuvo mas remedio que destruirla; la Historia del Arte y conceptos tales como estilo y época van en contra de la presencia singular de la obra de arte, esto explica la actual inexistencia de obras de arte. De modo que el arte contemporáneo se dedica no a producir obras de arte sino a proponer juicios históricos del Arte. Sin embargo las obras de arte no pueden ser productos históricos si verdaderamente son obras de arte.

Tras la enseñanza y popularidad de Winckelman fue más fácil convertir los productos artísticos en meros documentos históricos cuya presencia es innecesaria pues pueden consultarse en los libros o por medio de diapositivas. Si la obra de arte es solo un documento histórico entre otros documentos históricos, entonces ya no es una obra de arte, si no un signo asumido y controlado por el discurso de la razón, la cual le dará un destino seguramente político, a menos que alguien sea capaz de escapar de su cárcel histórica, pero entonces ¿quién atenderá a sus palabras, quién verá su figura?

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